domingo, 27 de marzo de 2011

Estados del Yo

.Cuando hablamos de los estados del Yo, estamos haciendo referencia a esos cambios en nuestro estado de ánimo que experimentamos a diario, de acuerdo con la circunstancia que enfrentamos. El conocimiento de los estados del Yo lo debemos en gran parte al aporte de Eric Berne, quien nos explica sobre el Análisis Transaccional o Conciliatorio. Los clasifica como Estado Padre del Yo, Estado Adulto del Yo y Estado Niño del Yo. Por ahora diremos que el primero y el tercero demuestran inmadurez y el segundo o sea Estado Adulto del Yo es la madurez.

martes, 1 de marzo de 2011

La madurez emocional en el campo empresarial

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Madurez Emocional


Cuando hablamos de Relaciones Humanas, nos estamos refiriendo al comportamiento de los individuos en su trato diario con los demás de su especie, comportamiento que debe ser de lo mejor, excelente, por decir lo menos. Tomando en cuenta que el comportamiento es dinámico, está sujeto a cambios, es decir, siempre es suceptible de mejoramiento.
Según Richard Lázaro, teórico de la personalidad, el grado de madurez emocional se demuestra con la práctica de los valores de; autosuficiencia, que no es otra cosa que valerse por sí mismo, sin depender de la servidumbre de los demás, a no ser la estrictamente solidaria colaboración que se brinde oportunamente; independencia de carater, que hace del individuo un ser capaz de decidir por sí mismo; socialización, cuando ese individuo actúa siempre pensando en función colectiva, dispuesto a colaborar con los demás y no perder de vista que su existencia depende siempre de la colaboración de los demás; y control emocional, que es algo así como la resultante de todas las anteriores, dicho de otra manera depende de los valores anteriores.
La práctica de estos valores debe ser inculcada desde los primeros años de vida y fundamentalmente con el ejemplo, de ahí la importancia del rol de los padres, de esta manera se colocan las bases para estructurar una adecuada personalidad. No hacer esto, dejar a los niños sin este soporte es impedirles que alcancen la madurez emocional, única garantía para tener una personalidad equilibrada o ajustada a su medio, quedando sumido en la inmadurez y como tal expuesto a muchos peligros inimaginables.
La inmadurez emocional les convierte en víctimas propicias de las frustraciones y de los desajustes de la personalidad.
La frustración, término muy conocido por nosotros, pero que ignoramos sus verdaderas caractrísticas, causa daños profundos a las relaciones interpersonales, y por otro lado desconocemos sus reales manifestaciones.
La frustración se manifiesta como agresividad, fijación, regresión y resignación entre otras.
Una persona agresiva, primero revela un grado de inmadurez emocional y frustración; quienes han alcanzado la madurez emocional difícilmente se frustran, pues saben enfrentar con éxito las adversidades que vienen a todas las personas. El agresor generalmente culpa de su comportamiento agresivo a otras personas, a sus víctimas, está lejos de comprender que el problema radica en su propia personalidad.
La fijación, no conlleva el peligro de la anterior, pero amarga y dificulta las relaciones interpersonales. La persona se resiste a aceptar los cambios que se dan a cada momento, producto de la dialéctica  que todo cambia, y que exige de nosotros una posición ecuánime que se adapte con la mayor normalidad a estos cambios. Por lo general estas personas son pesimistas y prefieren continuar con la rutina antes que enfrentar nuevos retos.
La regresión va más allá porque hace que las personas añoren morbosamente los tiempo pasados; justo cuando se está envejeciendo se resiste a aceptar esta realidad inexorable. A veces no se acepta la desaparición de un ser querido, y se evoca su memoria cuando lo importante es enfrentar la realidad.
La resignación frustrada se diferencia de la resignación cristiana, pues esta última acepta las cosas que no se pueden cambiar, pero lucha por cambiar las que están dentro de sus posibilidades. La resignación frustrada hace que el individuo se rinda, desista de cualquier esfuerzo, se limita a decir: 'esta es mi suerte', yo nací así y así voy a morir.
En esta parte debemos hacer referencia al Análisis Transaccional o Conciliatorio de Eric Berne, que nos habla de los Estados del Yo. Estado Padre del Yo, Estado Adulto del Yo y Estado Niño del Yo. Los dos extremos demuestran inmadurez y solo el centro demuestra madurez emocional. Pero en un momento determinado nosotros podemos actuar con uno de ellos, para en otro momento actuar con otro y así de manera fluctuante. Esto para responder a las interrogantes de si somos maduros, inmaduros, ambas cosas a la vez. Pues en realidad depende de la cincunstancia que en la que actuamos.